EN DONDE OCURRE MI VIAJE
El mundo que recorro en mi viaje no es ese con forma de esfera. No visito países, ni veo mapas con limites imaginarios que solo existen en los libros de geografía. El territorio en el que ahora ando no tiene leyes de inmigración, ni constituciones políticas. Tampoco ha sido conformado bajo ningún tratado ni ley, ni tiene área de extensión definida. Mi búsqueda ahora no es la de un pedazo de tierra, la de una casa de campo, la de un oasis en medio del desierto. Y las fotos que tomo no son las de los lugares de cualquier guía turística de viajero.

Mi viaje ahora es a otro lado. Mi viaje ahora es hacia adentro, en donde el mundo es ilimitado y múltiple, en donde se mezclan la sangre con el aire que respiro y se convierten en una fuerza no palpable. Y el territorio se adentra en mi cuerpo, y traspasa mis propias fronteras, y las recrea constantemente de acuerdo a las condiciones del tiempo. Allí la vista es grandiosa, un paisaje inmenso en frente de mí de millones de colores y de formas, con luces y sombras, con bosques y desiertos. Y la inmensidad para ser recorrida, y la libertad para ser descubierta, y la belleza toda junto a la vida misma dirigen el vuelo. Es allí donde tomo las fotos, de esos lugares que ahora ven mis ojos, de esos parajes de adentro del alma, que surcan los poros, que atraviesan el miedo, que agitan las ganas, bordean abismos de alegrías y tristezas profundas, hasta llegar al corazón mismo, donde la tierra se hace una sola junto con el mar y el cielo.

Por eso ya no quiero el exilio. Me declaro habitante eterno de mi propio universo.