Un minuto de silencio
ya no causa efecto
más cuando he callado
toda la vida
cuando el silencio
ha sido la constante
y no precisamente
por andar ofreciendo
un minutico por cada muerto
-aunque si lo hubiera hecho
habría tenido que callar
casi toda la misma vida-
sino por omisión
por desentendimiento.
Los muertos siguen llegando
y yo me estoy ahogando
en mi propio silencio.
Si no abro la boca
al menos para respirar
muy pronto moriré asfixiado
y si la abro
y hablo
también seré el próximo muerto.